Hay besos dormidos en mis labios
como pequeños, dulces animales que
aguardan
el fin del invierno;
caricias sepultadas bajo la piel de
mis manos
que no saben de ti.
Sé que no se entiende
mi modo de desertar en cada
instante,
pero tan sólo yo conozco el camino
que me trajo,
sus recodos de sombra y tristeza.
Tampoco mi amor a la palabra
o que sólo soy en parte
la voz en el poema.
Dejo partir tu recuerdo río abajo,
antes de que hayas nacido,
antes aún de haberte conocido.
Tu recuerdo embalsamado...
Sello mis labios
con el agua del último momento
y su fresco beso me libera.
Vuelvo a ser quien era.
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